Una buena receta para Papá

Heráclito de Éfeso un filosofo de los siglos IV y V dijo una vez “Lo único permanente en que vivimos es en un mundo de cambios”. Cuanta razón tuvo el Oscuro de Éfeso como lo apodaron a Heráclito. Y cuan interesante resulta esto para los que somos papás, leí en un libro:

Debemos preparar a nuestros hijos para el mundo del futuro, no el de nuestros padres ni el nuestro.

En ese mundo, lo determinante para triunfar será el  Carácter y no el Conocimiento como pudiéramos creer. Tener Temple, salir de los fracasos adecuadamente, hacer de  los fracasos un desafío y no una tragedia, eso será lo que buscarán los seleccionadores de personal. Para los trabajadores "independientes" será un auto-requisito.

Un hijo forjará carácter si percibe claramente la Autoridad -no autoritarismo- de los padres (ambos). Con presencia de Autoridad los  chicos a su vez actuaran con Autoridad para resolver sus problemas; actuarán  por "determinaciones".

Sin presencia de Autoridad nuestros hijos  serán débiles de carácter y actuarán por "impulsos" con los consecuentes problemas de adaptación.  Exceso de autoridad? siempre será mejor que exceso de falta de autoridad  El límite de autoridad lo pone la siguiente regla: "La  Autoridad no debe humillar".

Básicamente, lo que es el niño hoy, será el adulto mañana.  De vez en cuando hay que mirar al hijo como un adulto potencial. Queremos que nuestros hijos no sufran? entonces hay que  prepararlos para sufrir. No podemos estarles evitando todo el tiempo todo  posible sufrimiento sino, ¿cuándo aprenderá? Debe comprender la muerte, los  problemas de la vida, los problemas en el trato con sus congéneres.

No  debemos resolverles todos los problemas, hay que ayudarlos a que poco a poco los resuelvan ellos mismos. Nadie logra metas exitosas sin un poco de sufrimiento. Alguien imagina a un campeón de atletismo que no sufra para lograr marcas? Eso se aplica a todo tipo de "campeón" y a todo tipo de actividad.

Siempre hay que pensar que, en parte, no queremos que ellos  sufran para no sufrir nosotros... pero les hacemos daño con miras al futuro.

Hay que enseñarles a hacer "esfuerzos  suplementarios". Que sepan que siempre se puede un poquito más.

Importante, hay que enseñarles a Carecer, es decir a "sentir la falta de" y arreglárselas por sí mismos. Hay chicos que no juegan su deporte si no tienen sus zapatillas de marca fina, ¡tonterías! Si no aprendes a carecer no aprendes a arreglártelas. Aunque tengamos para  darles el 100%, los chicos deben saber el valor de las cosas. Por favor, si no lo hacen de chicos, les será muy difícil  de grandes y allí si que van a sufrir y nosotros con ellos.

¿Cómo les enseñamos a carecer? ¡Dándoles un poquito menos de lo que necesitan! No hay  otra manera. Si no, ¿cómo sienten la falta de...? Así aprenden a  apreciar lo que tienen. Aprenden a no ser ingratos.  Aprenden a gozar de la vida que muchas veces se goza en las pequeñas cosas.  Aprenden a no ser quejosos. (Los de recursos humanos ponen de candidatos al despido primero siempre a los quejosos).

Una escuela excelente para aprender a carecer (sin morir en  el intento) es la mesa del hogar, ¡la comida! ¿Qué cosa debemos darles de  comer? Lo que nosotros queramos. No es sólo por su bien estomacal, sino que  es una excelente forma de que aprendan a carecer, que no sean ingratos, que no  sean quejosos. "Mami-Papi no me gustan las lentejas", si quieren  hacerle un bien para la vida denle las lentejas, habrá berrinches, no se exalten (autoridad no es gritar). Que no coma si no quiere pero cuando le  vuelva el hambre: ¡sorpresa...las lentejas! del refrigerador calentadas.  "Mami-Papi yo sólo como hamburguesa con papas fritas", si no ha  pasado por la prueba de lentejas, ensaladas, frutas, etc., No se dejen chantajear emocionalmente. Es por el bien de sus hijos.

Parece increíble pero si no hacemos ese tipo de cosas. ¡No se podrá adaptar! La comida es una buena escuela del Carecer pues así  luego no serán quisquillosos en sus relaciones sociales, en el trabajo, ¡en el mundo real!  ¡No quieren comer?...¡que no coman!...¡no importa! (no se alteren, pero sean firmes los 2 padres). Así hasta que coman las lentejas, etc. Sino estarán, de seguro, fregados en la vida.

Hay que educarlos en el servicio. Una familia normal es un Equipo de Trabajo. Con pocas tareas -tender cama, arreglar lugares, lavar platos, pintar, etc.- desde chiquitos, como jugando, aunque lo hagan mal  varias veces (paciencia por el bien de todos). Si no hacen este tipo de cosas, tendrán problemas luego. Pueden apostar. Las escuelas más importantes de liderazgo del mundo (donde se educan los hijos de jeques árabes o de mega-empresarios) son muy duras. Se  les enseña a carecer. Te levantan temprano, te friegan (sin sadismos) para que sepas y entiendas al mundo y lo puedas liderar.

¿Propinas? que sean un poquito menos de lo que creen que  necesitan. Así aprenden a administrar el dinero. Se recomienda  cantidades fijas y semanales. Claro que se deben aceptar excepciones y sobregastos, pero conversadas serenamente. 

Hagan hijos luchadores y no peleles debiluchos  sobreprotegidos. Que se superen a si mismos. Que tomen los problemas como  desafíos para mejorar. También hay que ilusionarlos con ideales, metas  futuras, sueños. Para que sean buenos de corazón.

Lo más importante: Los hijos con carácter templado, conocimiento del carecer, educados en el servicio y plenos de amor e ilusiones serán Hijos Triunfadores. Y "triunfadores" no equivale a solamente tener dinero. Deben ser felices con lo que hacen, con su vida. Solamente así podrán hacer felices a otros.

Para los padres: no se apasionen con las notas de la  libreta; 16 de los 20 mayores empresarios del siglo XX fueron malos en el  colegio o no lo terminaron; Tuvieron carácter templado.

Reflexionen y continúen  o reempiecen a hacer Hijos Triunfadores.

Parte de ésto lo tome del Libro: “Como educar para tener hijos triunfadores” Autor: Osvaldo Moreno (1° de Junio de 1912 - 28 de Agosto de 1988) / De nacionalidad argentina. Es autor de "Cómo educar hijos Rebeldes", "Mitología Oriental", y múltiples novelas.

Mi Voto es Antifujimorista

Si yo fuera un cana­lla, vota­ría por quien podría enca­na­llar aun más al Perú.

Por­que los cana­llas se jun­tan y, a dife­ren­cia de los menos malos, ejer­cen afia­ta­dos sus mal­da­des, comer­cian codo a codo, se federan. El club de los cana­llas nunca cie­rra y su padrón es infinito.

Los cana­llas tie­nen un pro­yecto sen­ci­llo y peda­gó­gico: ganar dinero a cual­quier costo. Y eso implica que los pró­ji­mos son pocos y muchos son los otros.

Los pró­ji­mos son el vecin­da­rio. Los otros son man­chas en las fotos, cur­vas en la esta­dís­tica, barri­tas en los cua­dros del con­sumo. Los pró­ji­mos son la patria. Los otros, los que deben pade­cerla: aima­ras del sur, que­chuas del cen­tro, agua­ru­nas y huam­bi­sas del oriente, pobres de todas las cala­mi­nas, sobre­vi­vien­tes del adobe, furia sin reme­dio y muchas veces sin salario.

Un día a este país, que era pri­mor­dial­mente redis­tri­bu­tivo como todas las “monar­quías hidráulicas” (Hugh Tho­mas dixit), lle­ga­ron arma­du­ras y caba­llos y pól­vo­ras y biblias.

Los Habsburgo ter­mi­na­ron con un impe­rio y exten­die­ron el suyo de un modo tan drástico como el exterminio.

Cuando nos libe­ra­mos del man­dato espa­ñol, caí­mos en el yugo que nos ha sido tan pro­pio: el del caos, el volun­ta­rismo mesiá­nico y la desins­ti­tu­cio­na­li­za­ción permanente.

Y así hemos vivido todos estos lar­gos años de ensayo repu­bli­cano: oli­gar­quías que jamás cedieron, rique­zas mag­ní­fi­cas que se des­pil­fa­rra­ron, épicas trai­cio­nes, ricos arma­dos de leyes y generales, pue­blos sen­ten­cia­dos al atraso. Aquí, con raras excepcio­nes, no hemos tenido la clase empre­sa­rial fun­da­dora y pujante, crea­dora y mag­ná­nima en el éxito que otros paí­ses conocieron.

Por eso es que muchas veces no pare­ce­mos un país sino una vís­pera, un pro­yecto trunco.

Y nadie hizo tanto para que esa dul­zona frus­tra­ción que es mi país siguiera siendo frus­tra­ción como el señor que es el padre de la señora K. Fujimori.

Nadie como él hizo con tanto talento y tan efi­caz malig­ni­dad la tarea de con­ver­tir­nos en una asocia­ción de hor­das y en un lugar donde todo lo que no fuera men­tira y crimen resultó perseguido.

Fuji­mori hizo con pro­li­ji­dad lo que otros habían hecho como afi­cio­na­dos, y tras su paso por el poder quedó un mama­rra­cho de país en el que los jue­ces debían estar en la cárcel y los mili­ta­res en la basura y los con­gre­sis­tas en una mor­gue moral.

La dere­cha aplau­dió esa orgía. La dis­frutó decu­pli­cando sus ganan­cias. La quiso perpetua por­que inmó­vi­les son sus ape­ti­tos. La quiso como era por­que era redundante­mente suya: anal­fa­beta, ladrona, even­tual­mente ase­sina, sin lími­tes y sin patria. El de Fuji­mori —no lo olvi­de­mos— fue un gobierno de cacha­cos corrom­pi­dos con un Chá­vez medio japo­nés que quiso hacer inter­mi­na­bles sus reelec­cio­nes. ¡Y acusan a Humala de que­rer hacer lo que ellos tie­nen ganas de repetir!

Para esa dere­cha, lo de Pania­gua y Toledo fue una inco­mo­di­dad. Lo de Gar­cía ha sido, en cam­bio, una grata sor­presa: el here­dero de Haya saqueando y per­mi­tiendo el saqueo.

Y cuando todo pare­cía suave como el campo de golf que existe en un poema de Nico­lás Gui­llén, ento­nes reapa­rece este hír­suto coman­dante que no es quien va a man­dar a parar el baile sino quien va a invi­tar a más gente a la fiesta.

Enton­ces, se anun­cia el apo­ca­lip­sis: el dinero se irá por­que el dinero es un macho viajero que solo se queda donde las putas son dóci­les y las tari­fas razo­na­bles. Y habrá más pobres por­que sin inver­sión no habrá más empleos.

Y esto lo dicen en un país donde hay 34 por ciento de pobres y 11 por ciento de pobres extre­mos (es decir, de gente que lite­ral­mente se muere de ham­bre). Y hablan de los dere­chos cor­po­ra­ti­vos en un país donde la pre­sión tri­bu­ta­ria es 20 pun­tos menor que la de la Unión Euro­pea, donde inven­ta­ron y aún con­ser­van, feliz­mente, el capi­ta­lismo con res­pon­sa­bi­li­dad social.

Hace 21 años que el señor Alan Gar­cía inventó a Fuji­mori para impe­dir que las investiga­cio­nes prome­ti­das por Mario Vargas LLosa lo con­du­je­ran a la cár­cel. Hace tres meses, el señor Gar­cía inventó a PPK para impe­dir que Alejandro Toledo reabriera algu­nos casos que tam­bién podrían haber empu­jado al líder aprista tras las rejas.

Ahora está haciendo con la hija lo que hizo con el padre: pres­tarle todos los apo­yos, todas las inter­cep­cio­nes tele­fó­ni­cas, todos los auxi­lios de la prensa mer­ce­na­ria y de sus ope­ra­do­res. Su obje­tivo es uno solo: no aca­bar en la cár­cel por todo lo que ha robado y no ser juz­gado por todo lo que ha orde­nado matar. Por­que al señor Gar­cía lo per­si­gue un cemen­te­rio, un coro de agujereados, una mul­ti­tud de ren­di­dos en busca de expli­ca­cio­nes. Y lo per­si­gue un ima­gi­na­rio contra­lor que haga pre­gun­tas y pueda conec­tar fidei­co­mi­sos y cuen­tas cifradas.

Millo­nes de jóve­nes sin memo­ria y sin afán de tenerla res­pal­dan, desde la inconsciencia, esta trama. Y el Perú podría ele­gir pasado mañana a la ex pri­mera dama de un gobierno que avergonzaría a cual­quier civilizado.

Que la socia y usua­ria de los robos de un régi­men como el de Fuji­mori haya pos­tula, es una proeza de la dis­trac­ción ética. Pero que resulte ele­gida será una imbo­rra­ble derrota de la dignidad.

Si los cana­llas se jun­tan y ame­na­zan en banda, pues habrá que decir lo que en esta columna faltaba por decir: votar por Ollanta Humala, con todas las aprehen­sio­nes del caso, no será sólo un deber sino una expre­sión de esa lim­pieza que nos per­mite seguir lla­mán­do­nos ciudadanos.

(*) Semanario: “Votar por Humala”  Autor: Cesar Hildebrandt.

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