Semana Santa, Semana tranca

Antes de ponerme a leer sobre la Historia de la Iglesia y viajar literalmente en los libros para conocer los orígenes del cristianismo. Este remedo de ensayista era un fervoroso rezador, visitador de iglesias y escucha de misas.

Claro antes de los 17 años, moqueaba ingenuidad, por lo tanto, la tradición católica de mis tías y el arraigo cristianísimo de mi familia me llevaban mimado a mi encuentro con Dios cada vez que era necesario.

Todos sabemos qué es Semana Santa, pero algunos, bueno quizás poquísimos, que no sientan resquemor, se pregunten de donde viene “Semana Santa” y qué sentido tiene.

Siempre me asaltaron intereses de conocer el origen del Triduo Pascual de esta semana. El fisgoneo de libros y artículos me llevaron a conocer al Sr. Cayo Flavio Valerio Aurelio Claudio Constantino, Emperador muerto hace 1682 años.

Este Emperador romano de 34 años conocido como Constantino I “El Grande” fue quien legalizo el cristianismo halla por los años 320-325 dC aunque las convicciones cristianas de éste emperador dejaban dudas del tamaño del Vaticano, pero para el “obispado” de la época era todo un cristiano ejemplar, sin embargo conocida fue su brutalidad, su inmisericordia con sus rivales y enemigos políticos.

Este emperador ejemplar para los cristianos, estrangulo a su cuñado, mando matar a su hijo mayor Crispus y a su mujer Fausta por una supuesta infidelidad. Fue el primer emperador cristiano, convertido al cristianismo por medio del bautizo horas antes de su muerte, para así limpiarlo de pecados y “entrara al reino del señor”.

Claro no obstante los intereses divinos de la Iglesia perdonaron a este “Emperador de la Brutalidad” gracias a las propiedades y Palacios que regalo al Papa y a la hegemonía cristiana de la época, y por propiciar la celebración el Primer Concilio de Nicea el año 325 dC dando legitimidad a la celebración de Semana Santa y permitir posteriormente que la Navidad sea celebrada públicamente.

Por su puesto imagino que a Constantino le hade importar un pedo como celebre Tacna ésta Semana, tradición, que espero; tienda a desaparecer, y que de Santa tiene el paganismo hasta en los forros. Durante toda la semana se instalan en el Intiorko juegos de azar, restaurantes, licorerías y hasta burdeles delivery. Claro, pero todos van a rezar vela en mano golpeándose el pecho hasta con piedra.


Todos los fieles saldrán con la fe de la hipocresía encabezados por la Diócesis de Tacna a criticar, y las señoronas de apellido tacneño y los pacatos del diezmo dirán: estos cholos traen costumbres que no son de acá, ay fo!. Sí, estos serranos para eso van al cerro, a robar y violar deberían largarse todos. Y luego se persignan pidiéndole a Dios que reine la paz, rogando por sus familias y que nunca descubran a su amante, pidiendo justicia para el mundo pensando en cómo evadir sus deudas y cómo tener más plata sin trabajar.

Si aquel Revolucionario de Galilea viera estos tiempos reaccionaria de seguro peor que contra los mercaderes de las sinagogas. A todos los Papas incluido a Francisco les daría una patada en el poto por haber fracasado y mal interpretado su verdadero mensaje.

El Nazareno jamás hubiera querido vivir como un monarca o como Rey de fieles, jamás hubiera aceptado regodearse con el poder y la corrupción. Él nos dijo que se divulgue el amor entre nosotros, nos respetemos en igualdad y amemos la Paz.

Para mí, la Iglesia Católica siempre será una cuchipanda de gusarapos clérigos ávidos de poder. De sacerdotes pollerudos merecedores del descrédito obispal más autodiscriminador e hipócrita del mundo. Con pruebas y testimonios fehacientes el periodista Pedro Salinas denunció los abusos del Sodalicio y es condenado a prisión suspendía y pagar 80,000 soles de reparación a un abusador de crucifijo en mano, y ante ésto la Iglesia y el Opus Dei se agitan como bandera de verdadera “obra de Dios” y aquí no pasó nada.

Gracias a los libertadores del pensamiento hechos de lomo y hojas compaginadas, gracias a los libros verdaderos emancipadores de mi fe, que me han librado de éste club de Dios, y que me libran de éste trago amargo dando ecuanimidad y paz a mi conciencia regocijada en sosiego al Deísmo que admito.

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