Últimamente leo o releo las memorias de Basadre, un
libro que me regalo mi hermana, porque según ella era un libro aburrido, cuyo
autor es el Profesor Ernesto Yepes.
Lo leo con cierta avidez tratando de imaginar al
propio Jorge Basadre hablando frente a mí, pero es solo una idea extraña que no
ocurre, quizás porque la habitación donde vivo es pequeña y lejana o porque
aquel hombre Universal está ocupado en las mentes de los intelectuales del
mundo. Entonces trato de imaginar y me pregunto ¿con quién se sentaría Basadre
a conversar de tú a tú?, con un poco de frustración apaciguada levanto la
mirada y veo mi viejo libro de “Artículos Escogidos” de Manuel González Prada,
otro coloso de la intelectualidad peruana, y me atrevo a imaginarlos a González
Prada y Jorge Basadre conversando sobre la política actual, sobre la coyuntura
social del Perú.
En las primeras ojeadas del libro de “Artículos
Escogidos”, ya entreví ese contagioso pesimismo en fraseología perfecta de
Manuel González Prada diciendo que el Perú es un país podrido hasta los forros,
recordando su elocuente y distintiva frase, dicha hace casi 100 años y que
parece viajar a través del tiempo “El Perú es un organismo enfermo: donde se
pone el dedo, salta la pus"; nos dijo Prada de nuestro enfermo Perú haya por el año 1928, hoy 2019 ya casi en fase terminal; es un infectado crónico, exangüe y postrado en una inmovilidad senil, expirando nuestro destino republicano.
Un pesimismo ultranza que ni en la novela Fahrenheit
451 de Ray Bradbury se gozaría de tanta desesperanza, y creo surgida por una
crisis de conciencia adicta al entretenimiento embrutecedor en el que nos
regodeamos; porque los ciudadanos no conectan el trabajo físico con el
intelecto, porque desde siempre la alimentación de calidad y la buena educación
tuvo apellido de abolengo y zapatitos de charol. No era para los cholos, ni
para los negros, ni para mí (ni para ti que estás leyendo) el peruano tenía y
tiene que sobrevivir porque sin el vientre no funciona la cabeza, puede haber
ojos que no lean, pero no existe estómago que no coma.
Es allí cuando nuestra libertad pende de un hilo,
cuando irremediablemente renuncias a leer y comienzas a agrietarte y te asalta
la idea de Marco Aurelio De Negri en lo que el llamo el padecimiento del “inmediatismo”
que sufre el humano, la escasa proclividad a realizar algo de esfuerzo, su
adhesión a lo baladí, al fanatismo, a desear todo con esfuerzo cero, de no
querer sudar el pan, su voluntad ridícula de querer adelgazar sin hacer
ejercicio, su trivial forma de sentirse realizado con dos cervecitas en la
cabeza.
Quizás algún poder etéreo se ensaño con el Perú para
darle esa clase dominante que son convertidos en gobernantes por esa clase de habitantes
creo kilómetros en discernimiento, que los elige para luego abrigar razones de
sobra y odiarse entre sí, pero que paradójicamente conviven, hasta se reeligen con
lo que van nutriendo el sarro del resentimiento social. Pero no importa;
mientras halla carnaval de pollera y cerveza por cajas el Perú es lindo. Es todo un drama, pero creo como un consuelo, el único castigo peor que vivir ese
Perú, es quizás; la maldición de nacer en Haití, eso sí debe ser triste.
Me quedo mirando al vacío pensando en mi país, mi
patria. Para aliviar y sacudirme de ese pesimismo sublime de Prada, me sirvo un
vaso de Disaronno, mi licor favorito para fisgonear mis libros. Pero me ocurre
una torpeza, “hay guevetas” -como me diría mi madre- derramé un poco de licor sobre
“La Promesa de la Vida Peruana” de Basadre.
Rápidamente para evitar que se peguen las hojas de mi
libro comencé a pasar una a una, para
que sequen, en ese procedimiento encontré una expresión que parafrasea un poco
la tarea que tenemos, no solo como peruanos, sino como latinoamericanos, que claramente
refleja la realidad de ésta parte del continente, extraída de la experiencia de
Basadre en el mundo, decía “Los Estados Unidos de Norteamérica y los Estados
Desunidos de Suramérica”; en definitiva un rompecabezas de repúblicas en
pañales con democracias que gatean en busca de la teta. Comencé a sentir que el
pesimismo es real, existente, pero tiene un sentido de oportunidad “Perú;
Problema y Posibilidad” otra obra visionaria de Basadre.
Pero bueno; tenía que secar las hojas de “La Promesa
de la Vida Peruana”, conforme soplaba y leía fui recordando algunos pasajes al
releer las páginas húmedas del libro, e irlos relacionando con la coyuntura
política de hoy Basadre nos dice -al contrario que González Prada- pensar y
actuar positivamente ante la realidad, que la vida de la nación es una
posibilidad que solo depende de los peruanos, que en nuestras manos está
terminar ésta república inconclusa, que pasemos del problema a la posibilidad e
incluso a la promesa. En ese momento me detengo y miro mi botella –pero si solo
tome dos vasos- el licor puede
embriagar, y un libro también.
Tratando de secar las hojas, sigo leyendo intentando salir
del pesimismo de antaño, pero encuentro similitud, entre Basadre y González
Prada; al referirse a los peruanos de aquella época, pero cuya descripción
parece calzar como zapatito de cenicienta a los peruanos de hoy. Cuando Basadre
señala que los compatriotas son unos congelados, que tienen la entraña podrida,
que son peruanos únicamente de emociones incendiadas que solo vociferan expresiones
de ira y desengaño. Que los propios peruanos son encubridores de injusticias
cometidas contra otros peruanos, pecadores impunes, cínicos de oportunidades
mal gastadas. Antirrepublicanos serviles y de falsos alardes. En un momento
pensé -que visión psíquica y aguda de Basadre- y pensar que éste libro que
secaba con mi aliento fue publicado por primera vez el año 1943.
Quiero contagiarme de la esperanza de Basadre en sus
memorias; allí él nos obliga a reaccionar contra estos adjetivos
antirrepublicanos, a tener optimismo ante nuestra historia, él mismo habla de
la maldición de los autogolpes y gobiernos De factos que hemos sufrido siglo y
medio desde nuestra independencia como historiador que es, pero que a pesar de
ello Basadre expresa que contra todo hecho serio de nuestra historia la República
ha perdurado.
Me viene una sensación que en momentos al leer “La
Promesa de la Vida Peruana” Basadre parece ser un Couch de esos que te dicen
que a pesar de todo no te rindas, que debes seguir luchando, que debes entrenar
y prepararte más para desafiar la realidad y cambiarla. Decía Jorge Basadre “En
el Perú de 1930 madura un elemento psicológico sutil que puede ser llamado la
promesa, impulsado por la angustia metafísica de vivir libres”.
Al parecer la idea de una República totalmente
concebida sigue siendo solo proclama, siempre los extremismos, individualistas
de la derecha o intervencionistas de la izquierda, paradójicamente no permiten
pasar de la proclama a la realidad de una verdadera República.
Y vuelves a encontrar en más paginas mojadas al Couch
Basadre decirte que el Estado debe liderar el progreso material para sus
ciudadanos impulsándolos, nos llama a deshacernos del exagerado individualismo
de los liberales, hoy neoliberales, como también de la carencia de fe en el
país de los conservadores, como dándole la contra a González Prada.
Entonces, como ciudadanos, debemos ir tras esa patria
justa, donde la preocupación no solo sea por el reparto, sino también sea por
al aumento, como decía el propio Basadre. Seamos una república creciente, estamos
por cumplir apenas 200 años, estamos en proceso y como en todo nunca faltarán
decepciones, retrocesos y sobre todo avances, que siempre serán relativos, pero
se harán, solo se requiere de esfuerzo, esfuerzo conjunto.
Terminar nuestra república inconclusa no pasa por
quien, sino por cuantos estén comprometidos a hacerlo, definitivamente
necesitamos a todos los ciudadanos peruanos. Por decir en Tacna prácticamente nos
hemos bajado un “tarifazo” abusivo con la unidad de los ciudadanos ¿pudo ser
mejor? sí, ¿se pueden lograr muchas más cosas? sí. Todo depende de la
conciencia ciudadana, de madurar como electores, y de interesarnos por la política,
por la verdadera política esa que corresponde al espíritu ciudadano de una República,
quizás demoremos o se necesiten algunas generaciones, pero comenzar por algo es
imprescindible, allí la obra hecha quedara y será continuada por los que vengan.
Cito a González Prada decir “Las obras humanas viven
por lo que nos roban fuerza muscular y de energía nerviosa. En algunas líneas
férreas, cada durmiente representa la vida de un hombre. Al viajar por ellas, figurémonos
que nuestro vagón se desliza por rieles clavados sobre una serie de cadáveres;
pero al recorrer museos y bibliotecas, imaginémonos también que atravesamos una
especie de cementerio donde cuadros, estatuas y libros encierran no solo el
pensamiento sino la vida de los autores”.
Tengo una fe creciente, milito como muchos en un Partido
Político nuevo, de idea renovada y diferente sin extremos ni devaneos, de
doctrina clara, tolerante, pluralista y orgánico, pero sobre todo que envuelve implícitamente
el hálito intelectual que Basadre nos legó a los ciudadanos que concluiremos la
Republica anhelada. Y ¿Por qué no? Se vislumbra en un Partido nuevo con la
enorme voluntad de sus militantes, por eso nada me quita la esperanza. Para mí el
Perú es un organismo, quizás enfermo como dice Prada, pero vivo y como todo
organismo puede producir una enormidad de glóbulos blancos para combatir esta
precariedad de conciencia ciudadana y llevarnos a la esperanza de la vida
peruana.
Termino citando a Basadre que dice “La promesa no se
define por las metas de un viaje terrenal sino por el espíritu de afirmación
nacional que lo impulsa. El hombre necesita tener un ideal que perseguir, una
esperanza que realizar”. Y digo; realizar por fin la República que demandamos a
la historia que hoy a nosotros nos toca escribir.