La navidad no es una celebración, es una evocación a las ofertas fantasiosas que no se repetirán y a la desventura de los vendedores honestos.
Es el trajinar para la foto de los papá-noeles rellenos sudando la gota del subempleo con careta de barba blanca y piel rosada para tapar la cobriza que parece no hacer juego con ésta fecha.
Es la fecha donde los matuteros venden la navidad a dos por uno y el gentío casi analfa jura que sin árbol no hay navidad y se rejura que así lo quiso Dios.
Es todo menos la recordación del nacimiento de un personaje que se enfrentó a todo aquello que hoy lo celebra. Un personaje que hubiese repudiado su cumpleaños si hubiese visto en qué ha terminado la leyenda maravillosa; aquella del establo y la estrella de Belén, la fe en los pobres y la parábola de los ricos del ojo de la aguja y el camello.
Consultando mi viejo diccionario enciclopédico en relación al origen de ésta “fiesta”, me encuentro que era conocida no con el nombre de Navidad, sino como "Saturnalias", celebrada por los romanos paganos los días 17 al 24 de diciembre y el 25 el nacimiento del dios sol allá por los años 300 y 400 dC.
Lo que me trae la pregunta ¿porqué la navidad es el motivo por el cual los pollerudos de sotana se juran autoridad para solemnizar la fecha? Si es sabido que de ésta “fiesta” se dice que se escogió como fecha de nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, porque en esa fecha la Roma pagana ya celebraba la antigua "fiesta del solsticio de invierno" (Natalis Solis Invicti)", que data de la tradición babilónica y que recordaba a Mitra, Baco, Adonis, Horus, Osiris, Júpiter, Hercules y Tammuz, hijo de Nimrod, que habían nacido en la misma época invernal, conocida hoy como Navidad.
Además; esas fiestas junto con otras eran las más viles, inmorales y degeneradas que tanto denigraron a Roma. Imaginen, de allí surgió la idea de unir el nacimiento de esos dioses con el nacimiento de Jesús.
Y la historia nos dice que al aceptar el emperador Constantino la doctrina de Jesús, en adelante empezó a cristianizar muchas de estas festividades paganas que por mera tradición hoy continúan o continua, considerando que en ninguna parte de la Biblia se explica la natividad, navidad o nacimiento, como un festejo. Ni Pedro, ni Pablo, ni Juan, ni ninguno de los apóstoles hacen mención de dicha fiesta, por lo cual se deduce que no la alabaron. Como resultado entonces ni la Iglesia primitiva guardó esta fiesta y no existe nadie a quien le conste la fecha exacta del nacimiento de Jesús. Entonces hoy qué se irroga la iglesia? y que festejamos nosotros? Al galileo ó al gordo de la coca cola que viene en trineo en pleno verano.
Hoy la navidad parece la fiesta de las envidias, el festejo de las desilusiones, el agasajo entristecido al ser querido ausente, la celebración de la unión familiar; que no necesita de un día, si no del amor cotidiano y del abrazo fraterno. Tampoco de la justicia del sorteo de señoronas caritativas, de dientes para afuera, porque esas le dicen fo a los cholitos de ojota. Tampoco son Las campañas tugurizadas de los descuentos navideños, la carrera de la infelicidad por vender más, la misa del gallo, la cena de chocolatada caliente que ojalá fuera la última, la tranca pagana y la resaca herética de los fieles del beso por compromiso y el abraso de humildad disimulada.
Para mí; la navidad siempre tuvo rostro de niño, espíritu infantil, fue siempre júbilo sin fin de la pureza cándida y credulidad despreocupada. Fue quizás la celebración colmada de felicidad de algo que no entendía, pero que siempre esperé con ilusión de niño travieso.
Y hoy lo confirmo aun más con mi hijo, en su alegría despreocupada y en su felicidad desinteresada de lo que él aun no entiende pero lo hace feliz; hasta casi lo envidio sanamente por esa candidez.
Porque él aun no sabe que aquel niño de nacimiento, ya crecido, se indignó con los mercaderes que merodeaban por las sinagogas, criticó a los hipócritas que juzgaban más el tener que el ser y lucho contra el imperio que a sablazos Roma impuso en las tierras de Judea.
Porque aun no entiende, que con aquello, hoy el nacimiento del Dios encarnado de los católicos es, al final, una virgen con cara de puta ó quizás la alhaja en cruz bañada de oro que al revolucionario de Galilea hubiese indignado como ostentación y frivolidad. Pero al Papado eso le importa poco o no le importa; porque para distraernos viene en trineo papá-noel, un personaje que solo se le pudo ocurrir a un tarado y a los de Coca-cola Company, que hizo sombra y opaco la imagen del galileo, y que se adueño de esta fiesta de precios y pavos muertos.
He llegado a pensar que hemos creado un mundo tan estúpido que estar en contramarcha es casi un deber filosófico. Un mundo en el que sólo un poco de sensatez podrá rescatarnos. Un mundo en el que sólo podrá ser auténtico el que construye con raíces de pura verdad su propio ideal.
De momento en esta navidad creo que la ilusión de un niño lo justifica todo aunque no entienda de qué trata pero sonríe de felicidad.
Por lo tanto y en merito a ello; hoy quiero abrasarte Iancito y decirte que te amo y quiero mucho, también a los luvetones de cada uno de mis hermanos un abrazo de corazón sincero y fraterno, y a todos los hijos de mis amigos, que lo disfruten mientras sean niños, porque esa infancia los convierte en verdaderos y únicos dueños de la “navidad”.
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