Los últimos días que cada vez parecen de menos horas, restaron esas ocasiones privilegiadas que inspiran mi arrebato para decir y curiosear el saber de los sabios y en valiosos minutos fundar mi propia idea y expresar en vocales y consonantes, en sintaxis éxtasis esdrújulas de realidades que explican los sabios en sus obras y que la Física Cuántica cada vez me enrostra “que mientras más sabes; más ignoras”.
Aunque desde que comenzó esta aventura de ensayista pipiolo no dimití fisgonear mis libros viejos y nuevos, originales y pirateados, esos que me llevan a zambullirme en las hojas compaginadas del otro mundo y del mundo real; de sus horas paleolíticas, de horas de conquista, revoluciones y colonización, de sus horas modernas y futuristas y su hora actual que más parece la ultima del infierno de Dante y el Macondo de García Márquez en versión tercermundista.
Hace cuatro años en blogs planeo mi modo de ver la vida en el ciberespacio mirando de reojo mi intención de darle una pincelada vivificante, de soplarle el aire que le de la vida y pase a formar parte humildemente del universo de libros que existen en este planeta, no lo sé.
Ahora poco importa si leen este blog o no, esa es una variable inminente enlazada a la ignominia del desusado hábito por la lectura. Deben ser aquellos que gracias al morbo ávido de leedores de jerigonza albañal, adictos a periódicos y revistas dadas al calzón, al poto y las tetas. Al escándalo de comisaría y maricones pobres diablos con pinta de celebridad.
He aprendido que mientras más leo y clarifico el sentido de las cosas y realidades hechos y sabidurías. Más interesante es descubrir el velo de lo que dejaron en el limbo las lumbreras del conocimiento y no tanto lo que ya es conocimiento multitudinario.
A esta altura de mi vida, aprendí que los años de edad no tienen absolutamente nada que ver con el discernimiento. Ni mucho menos es la edad la dadora del emblema del culto; existieron sabios que parecieron mendigos por sus fachas humildes, e idealistas huachafos culturados ermitas de conocimiento o ideas.
También aprendí que vivir con un ideal propio ahuyenta los amigos que no lo son, hace cuchichear a la vecina hipócrita, y te hace verlos tan mínimos; que sus conversaciones terminan siendo menos importante que la sombra de un hongo. Por eso los evito con inmodestia de antipático.
Y es que en verdad conozco gente mayor y casi analfabeta de las cosas más indulgentes de la realidad. Tipos que de dientes para afuera esgrimen un arquetipo rebelde, pero es en realidad sin causa y baldío.
Tipos que siguen el mismo patrón de vida; que sigue la misma corriente entorpecida de esta sociedad que se toma la vida en serio. Y convierten en privilegio inexorable el trabajar y trabajar, para tener y tener; y cumplir el anhelo de dejar de ser lo que en esencia y raíz serán siempre.
Es que como un botón de muestra; todavía Marco Tulio Cicerón no es leído por los zotes autoproletarios Ad honoren; porque no tienen tiempo para leer, y nunca sabrán que “el cultivo de la mente; es tan importante como el alimento del cuerpo”. Es que todavía no cabe en la mente de muchos que más vale “el ser” que “el tener”.
Han pasado cuatro años como pasan experiencias aleccionadoras que quedan y protervas que se van, y espero que la fuente inagotable de la imaginación continué surtiendo sus máximas aun contra el tiempo sus horas, minutos y segundos. Y que mi “trabajo” que es para mí un hobbie mal pagado, eternicé regalándome esas horas para escribir con humildad.
0 comentarios:
Publicar un comentario