No. mucha tierra, aire frío, para ir en caminata al Alto de Alianza. Además con orgullo de recordar una batalla perdida, no cuento.
Y menos de recordar a políticos y bolivianos fementidos que deterioraron esta pusilánime alianza por aspirar al control del ejecito aliado conseguido por el Presidente boliviano de entonces Narciso Campero, uno de los actores decisivos en la derrota de ésta batalla, y fin de ésta alianza, por eso se llama “Alto de la Alianza” es decir la mancomunidad llego a su fin, alto, stop se acabo y me voy.
Es enojoso recordar como los casi diez mil hombres entre Peruanos y Bolivianos mal nutridos y mal armados “se enfrentaron con bizarría” a más de veinte mil chilenos; como dice el Almirante Montero a cargo del ejército peruano. Para luego ser enjuiciado por el “Califa” Nico Piérola como “premio” por exponer su vida al defender su patria. Política cojudez, es que Montero era enemigo político de Piérola.
La batalla de Tacna (ó Alto de la Alianza) como prefiero llamarla yo, no solo se perdió producto de la superioridad numérica chilena, sino también de la estupidez política interna. Como el desanimo que Ignacio Prado dosifico en las fuerzas aliadas sobre todo en las peruanas, cuando en plena guerra, ese cagón se largo solo cinco meses antes a Europa a “comprar” pertrechos para la guerra, desmoralizando a los peruanos enterados de tener un presidente traidor porque no regreso, los peor es que nos enteramos del viaje cuando Prado ya estaba en Guayaquil.
Un tal Luis de la Puerta, un veterano achacoso quedo a cargo de Perú, algo que el “Califa” Piérola aprovechó y aplico un golpe de estado que fácil logro. Proclamándose presidente y jefe supremo.
Nicolás era un conservadurista aristocrático y religioso totalitario sediento de poder, encima “camanejo” (nació en Camaná) se declaro un Dictador feroz en aquel Gobierno De facto.
Cuando la batalla estallo en mayo, y los chilenos nos pasaron encima y nos repasaron luego, al jefazo de los aliados; Campero, se le ocurrió guiar una expedición un día antes de la batalla es decir el 25 de mayo, para atacar por sorpresa a los chilenos, en el camino por la noche, la neblina los perdió del rumbo y no tuvieron éxito, se regresaron con las mismas, cansados a pelear la batalla, díganme; si Campero no era un huevón al pretender dicha empresa sin conocer el territorio.
Ya en la mañana del 26 de mayo a las 8.00am se encontraron los bandos, ya las 11.00am iniciaron la batalla, no me puedo imaginar como lucharían los bolivianos mal nutridos defendiendo tierra que no es de ellos y con ánimos de saber que ya habían perdido las suyas, lucharían? o solo resistirían y luego se largarían. Claro, no se les puede exigir mas que por un tratado secreto de alianza, que en el fragor de una batalla tan desigual cualquiera olvidaría.
Cuando Campero decide marcharse a Bolivia luego de dejarnos solos, son recibidos en su país como triunfadores el 10 de junio. Es que las comunicaciones en aquel entonces eran tan distorsionadas que la payasada altiplánica valía tanto como la inocencia de cholito predicador que tenia su presidente con bigotes de algodón.
Cuando los pocos peruanos en pie y no repasados, deciden huir por Pachía, Sama, y algunos ocultándose en la misma cuidad de Tacna y resistiendo aún, luego de perdida la batalla. Sabido de este hecho Nicolás de Piérola se contento, el “Califa” sonrió y mostró su satisfacción, saben porque.
Porque tal fue la preocupación de Piérola “por mantenerse” en el poder que “olvidó” apoyar logísticamente a los ejércitos que combatieron en el Intiorko. El “olvido” era porque temía que derrotados los chilenos, surgiera un nuevo líder que hiciera peligrar su cómoda situación en Lima. No puedo dejar de escribir que Piérola se porto como un verdadero hijoeputa por eso.
Indudablemente los chilenos no tienen todo el crédito por que sentirse orgullosos de haber ganado la guerra, los políticos peruanos de entonces también tiene su parte de que sentirse “orgullosos” por sus intereses, desatinos y cobardía.
Lo que vino después en la ocupación fue la atrocidad mas doliente que Tacna y Arica sufrieron, esa es otra parte de misma historia. Luego de Tacna, seguiría Arica, donde en el morro Bolognesi esperaba el desenlace fatal que seguro el ya predecía interiormente.
Mi admiración por el arrojo sin miramiento, sin resquemor que manifestaron los tacneños caídos en batalla. El mayor confín de agradecimientos a ellos que fueron a luchar sin armas modernas, pero con armas de coraje, sin descargas de cañón, pero con descargas de honor y verdadera valentía, porque sabiéndose en desventaja aun así lucharon hasta la muerte.
Y también rememorar, la entrega moral de los políticos de 1870 a 1881 recordar que Tacna y Arica cayeron en manos chilenas gracias al “gran apoyo” que dieron, “apoyo” que debieron meterse por el orto. Haciéndonos comprender que desde que somos República, nunca existieron Políticos, sino politicastros centralistas, totalitaristas religiosos y autócratas de botas y uniforme que desde la derecha mugrienta siempre gobernaron.
Tal vez algún día visite el alto de la alianza, donde solo debería flamear la bandera del Perú, a recordar la “Batalla de Tacna” con mi hijo, y explicarle como fue en realidad esa batalla, y no como a mí me la contaron los fanáticos uniformados del “glorioso ejercito peruano” de hoy que jamás gano una batalla, y que nunca me dijeron que el centralismo acémila tuvo mucho que ver en este revés.