Escribo esto de corazón en tu día, porque soy testigo circunspecto del coraje de una verdadera madre. Una madre de medallas y campeonatos, de taco alto y belleza profesional, aquella que la palabra “amilanarse” no registra su diccionario.
Es aquella de una fortaleza física enorme como su fortaleza espiritual. Una verdadera leona cuando de proteger sus crías se trata, digna mujer de honestidad y respeto incondicional.
Viven imborrable en tu existir el par de milagros que a éste mundo aportaste aun a costa de tu propia existencia como todo trance de alumbramiento. Lograste bendecidos dos angelitos que hoy resguardas y cuidas como feroz guardiana, pero que la vida y el destino valorarán en el futuro, y serán ellos tus celosos cuidadores.
Hoy son aquellos que obligan agachar tu cuerpo para darles atención, pero mañana empinaras tu ser para alcanzar a darles tu bendición, como se lo digo a mi madre en aquella poesía que le compuse un tiempo atrás, y que de seguro tus hijos harán tiempo después.
Eres parte de aquel genero de mujeres valiosas que a partir de la mitad del siglo XX comprobaron que el hombre no es imprescindible para sacar adelante a sus hijos, porque cuando se es madre como tú, el valor se duplica y en la soledad ésta se vuelve cómplice y tu independencia la mejor aliada, confabulándose para convertirte en innegable modelo de lucha y responsabilidad a seguir.
Serás el mejor ejemplo para tus hijos y el más inmenso orgullo para ellos. Porque tu valentía esta en ellos, tu sagacidad se desenvuelve en ellos, tu rectitud cosechará en ellos y tu independencia hará de ellos seres comprometidos y solidarios.
Hincharán el pecho orgulloso al saberse hijos tuyos. Gracias Roxana, gracias por ser madre de mi hijo.
Permanecerás incólume por esa coraza de integridad que relumbra en tu mirada, no sucumbirás en absoluto ante esta sociedad del fingimiento y dobles de franqueza, del chismorreo de misa dominguera que no necesitas, y cuentos bíblicos de la moral que ni te rozan. Porque eres decente, y como la decencia es una virtud que todos no poseen; se desea y se envidia a la vez.
Como dice Federico Barreto: “la gente siempre lanzara piedras al árbol que da frutos de oro” porque tu eres un roble fuerte y esbelto Roxana, y tus hijos son un sano tesoro que muchos vientres desearían suyos.
Estoy seguro que nunca todas las gratitudes del mundo colmaran esta alegría que conferiste a éste ensayista novicio y casquivano empequeñecido ante tu integridad, tu honradez y fortaleza.
No podré olvidar nunca aquella tarde en la plaza “Las Américas” (hoy plaza Juan Pablo II) que en dos palabras cambiaste mi vida y le diste inspiración. Cambiaste mi existencia y le diste razón, tu voz quebrada me dijo: - estoy embarazada – lo que me convertiría en papá y me hizo muy feliz - algo que confieso - a mis 30 años anhele sin reparar.
Ningún GRACIAS quimérico e inmenso valdrá medirse ante la dicha que me diste. Aquel ser que cobijaste en tu vientre, aquel ser que poco a poco creció dentro de ti, como creció en mí la gratitud que jamás encontrará final y nunca acabare de darte.
Gracias, por darme la dicha inmensa de ser padre. Gracias, por el ejemplo que eres para Iancito. Gracias, por entenderme por como soy, perdóname. Gracias, por esa confianza que nunca defraudare. Gracias, por existir. Gracias, por ser la mejor madre. Gracias, por que hoy es tu día. Gracias Roxana... Feliz día de la Madre y un besito.
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