Mi torta, mi piñata, sorpresitas, fotos. Los juegos, los regalos, mis primos, fotos. Mis tíos, mis amigos, las golosinas, fotos. La música y aquella canción – que rompa la piñata, si! que la rompa Pablito, si! que en todos los cumpleaños de mi niñez sonaba y nunca me gusto bailar, más fotos.
Hoy a la mitad de mi vida, estimando un tiempo de vida estereotipada. Muy atrás quedo todo eso, por suerte. Hoy se lo festejo a mi hijo, sólo si él lo desea, o si él está feliz con todo eso. No como a mí, que nunca me lo preguntaban.
Me parece un asunto de pura vacuidad festejar un cumpleaños en regodeo de cervecita y terminar en orgía de francachela. Forma de celebración asocia a lo más mundano que se puede festejar en este mundo, como si de festejar cualquier cosa se tratara.
Resulta innegable decir que algún día no lo hice, y es precisamente eso lo que me tornó en los últimos años un escéptico de festejar mi cumpleaños así.
Porque no me hace feliz emborracharme el 17 de mayo, ni estar reunido alrededor del licor con amigos el mismo día, porque lo puedo hacer en cualquier otro momento.
En mi modo de pensar, para mi es mucho más agradable recordar que ese día nací y estoy en este mundo para disfrutarlo a mi manera, y no como los demás o como la costumbre lo dicte.
Prefiero refugiarme en la inmensidad de mi pequeña habitación a recordar, meditar y planificar mi futuro largo e inmediato y entender que aun no puedo descubrir el destino de mi vida, pero si mi porvenir.
La verdad no se si estoy siendo egoísta, pero si el egoísmo me hace sentir bien un día, pues lo soy. No dejo de sospechar que quizás la edad esté detrás de todo esto; aunque no lo creo, conozco casos verdaderamente perdidos.
No puedo negar que me contenta que los demás lo recuerden, aunque sea un día antes o dos días después. Y es paradójico porque mucha gente cercana a ti, a veces lo olvida, y gente que no es intima lo recuerda, y te saludan.
Sigue siendo paradójico porque mucha gente que yo nunca salude, aun sabiendo, en su cumpleaños, en el mío me saludan y desean lo mejor. De corazón solo lo agradezco.
Mi modo de conmemorar mi cumpleaños deriva en pasadero de aburrimiento a cualquiera, pero para mí es lo más parrandeado imaginariamente. Y eso realmente me hace sentir bien y considerarme feliz. Porque sinceramente yo no creo que festejar el cumpleaños como la tradición dice que deba ser, haga feliz al nacido ese día.
Hacer las cosas como los demás la hacen, francamente no creo que sea del todo interesante, no es más que la vanidad disfrazada de feliz cumpleaños por un día, aunque te lo desee alguien que odias y haber con cuanto te rajas.
Un día de casualidad leí al poeta de las viejas operas itálicas, al señor Pietro Metastasio que dijo: - Si a cada uno pudiera leérsele su interior escrito en la frente, muchísimos que causan envidia, darían lástima. Se vería que sus enemigos los llevan dentro, y que toda su felicidad se reduce a parecernos felices a nosotros.
Por supuesto todos tenemos formas diferentes de pensar y actuar por lo tanto de celebrar. Y como la felicidad es la más efímera de las amigas, cuando me visita a mi modo trato de gozarla hasta el empalago para no extrañarla al día siguiente. Gracias, de corazón, por los saluditos.
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