Halloween

Porqué y desde cuando festejamos halloween –“dulce o truco”, que michi es eso?– me trato de responder; acaso no es la arrimada endogámica de brujas y todos los santos; ó la criollada con sus muertitos, la cervecita y la sacada de vuelta, con persignada incluida.

Un país que se dice milenario y rico en tradiciones propias, porque tiene que festejar culturas foráneas y celebraciones paparruchas tan vacías –es la esencia de nuestra aldea global cada día más sumida en lo opiáceo del paganismo- creo, sin ánimo de pecar de racismo, que festejar “halloween” en Perú con indígenas, es como pretender que festejen el “Inti Raymi” en Irlanda con celtas indoeuropeos.

Es fácil adoptar una fiesta venida de un continente acostumbrado desde hace más de 3000 años a conquistar, y es más fácil todavía, trabajar en calderilla por una celebración totalmente extraña en un país condenado desde siempre a ser conquistado. Sí hoy nos conquisto el “reggaetón” o el “baile del caballo”, mañana nos podría conquistar cualquier cojudez.

Es importante aprender otros idiomas en esta carrera de globalización, pero no otras costumbres. Nadie tiene derecho a destruir idiomas, a diferencia del capricho de nosotros de autodestruir el nuestro.

Gozamos de un ansia supertarada y autodestructiva de maltratar el idioma castellano, idioma hermoso – traído con la conquista, dicho sea de paso – cuando pretendemos agringar nuestra jerigonza castiza con la exquisitez de lo estúpido diciendo “sorry” por decir “disculpa” ó “plis” por decir “por favor” ó “stickers” a los “autoadhesivos” ó en la calle al saludar a un amigo, decimos “habla brother” ó decimos “comics” a las “revistas de chistes”, a los “carteles” decimos “posters”, al “centro comercial” llamamos “shopping center”, así como “flyer” a los “panfletos” y hasta “gays” a los “maricones” son algunos de estos anglicismos asumidos alegremente en ésta cultura del remedo. En este paraíso de la jerga sobre la jerga. Y del castellano más puro y peor hablado. Si no ojéense “El Habla Culta” de Martha Hildebrandt.

De la misma manera adoptamos la “noche de brujas” o “halloween” en nuestras celebraciones de por sí paganas hasta los forros. Y como siempre y como todo, comercialmente exitoso, qué es el sello de garantía que las tradiciones son idolatría de mes morado a la testarudez de la nada mientras una sobre otra suenen las monedas de la venta del día.

Las tiendas de disfraces triplicaran sus arcas por un día. Las confiterías hacen su agosto en un día de octubre. Los niños son felices -que es lo único bueno de éste día– aunque no sepan que festejan. Las discotecas con fiestas de terror se divulgan para los atorrantes. Los criollazos hincharan las tripas hartas de cerveza al son de “guitarra y cajón”, que siempre fue como uno solo, igual que “borrachera y criollismo”. Las viejas criticonas rezarán a todos los santos y a sus muertos, mal hablando de los que viven optimistas y sin culpas. Y a los muertos no les interesará si los recuerdan, porque ellos ya están en el mundo del sueño eterno y la paz perpetua, que creo es un modo somero de describir la muerte.

Para el calendario celta halloween es la fiesta de Samain e inicio del invierno europeo, llegado a Norteamérica por inmigrantes irlandeses adoptada como jácara por los Estadounidenses e imitada sumisamente por aquellos analfas que piensa que EE.UU. es la panacea de las ilusiones y que el sueño americano es el que Santa Claus Coca-Cola en mano, nos clava trineo y todo al inconsciente cada año. Total a nadie le importa que remedemos una fiesta hasta para los norteamericanos absurda.

Me imagino que pensarán: estos cholitos se autocolonizan solos, que es otro modo de conquistar y convertir al Perú en el patio trasero de Estados Unidos.

Happy day of halloween alienated.

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