Mujer (¿en tu día?)

Para quien no es difícil entenderlas siempre. Para quien no es peligroso ambicionarlas en algún momento. Se dice que la fuerza hidráulica más poderosa del universo es la lagrima de una mujer, mal llamado sexo débil, cuando es ella quien convierte en débil al también mal llamado, sexo fuerte.

Pero considero perogrullo hablar del “día de la mujer” porque nos remonta a los años 60 cuando quizás si era necesario reivindicar a la mujer en su protagonismo en la sociedad, en el verdadero lugar que sabemos que tienen, pero hoy creo que es un discurso inútil y que está bajo un mal disimulado mantra totalitario de género. 

A mí me suena mesozoico llamar a la mujer, “sexo débil”, “ama de casa” o “mi mujer”.  Cuando a lo largo de la historia nos han demostrado con firmeza que son audaces, inteligentes y gozan del tesoro disoluto más preciado del ser humano que es la belleza, pero no solo física. La inteligencia es también parte de la belleza. Una mujer inteligente y bella a la vez, tal vez sea la expresión utópica de la perfección.

En este mundo de machistas perfectos con alas de mariposa, se pretende desdeñar que la mujer es el verdadero principio de continuidad de un pueblo, el arca de sus más preciadas y más profundas tradiciones. De ella nacieron los grandes hombres los que dictaron el curso del mundo en que vivimos.

Creo en realidad que el “día de la Mujer”, como un día de recordatorio, en estos tiempos de igualdad y competitividad de la mujer en la sociedad, no hace falta. La mujer es tan protagonista, como el hombre. Es más; no me sorprendería que en el futuro, se tenga que recordar el “día del hombre”; por la sencilla razón que quizás ya no existan como tal, y el mundo esté plagado de homosexuales y mujeres frustradas. Espero estar equivocado íntegramente; eso significaría la extinción de la raza humana.

Pero volviendo al día de la mujer, para mí no existe necesidad de publicar nada, ni celebrar nada. Solo recordemos a multitudes femeninas intercontinentales desde hace 90 años despertando al cambio social demandando el verdadero papel de la mujer en el mundo que hoy vemos.

Aquí en mi país existen heroínas todos los días. Son las mujeres que viven sin saber leer ni escribir, demostrando en contramarcha de esa vejación, poder convertir en gente de bien a sus hijos. Teniendo en muchos casos que soportar imperturbable un cónyuge que no se merecen; ó en el mejor de lo casos al “marido” que provee la moneda si es que lo atienden como rey, le sirven la mesa como patrón, y le canten la palinodia como majestad. Díganme si no es injusto e indignante.

Mujeres homéricas, que soportan la ignorancia del maltrato marital. La discriminación social. La violencia y humillación de los machistas más cogotudos de cuello y corbata, pero analfas de la equivalencia sexual. De burócratas incultos que olvidan que puede juzgarse el grado de civilización de un pueblo por el trato social a la mujer, sea la condición que sea de ésta o del lugar del que venga.

Es una entelequia incomprensible de la tradición, aun no entiendo de donde sacan lo de “sexo débil”.  Yo creo inconcebible a estas alturas del siglo XXI hablar de la mujer como segundona del hombre, ó la paparruchada de que el apellido materno tenga que ir después del paterno, quien invento e hizo obligación semejante vacuidad, si está demostrado que existen mujeres que solas lo pueden todo.

Pero de otro lado y como en todo también existen anomalías, errores estadísticos,  ciertas excepciones. Les cuento que conozco algunas mujeres tan bellas como fronterizas de lo vano, tan rubias como jacobinas de telenovela mexicana, curvilíneas y pipilépticas pero ausentes de la iniciativa creadora, de discernimiento cero kilómetros. Que aun rumian en lograr la ingrata condición y arcaico ideal de tener que ser mantenidas por un hombre. Encontrar el príncipe azul que le garantice nunca tener que trabajar, nunca tener que pensar, nunca tener que enfrentar el siglo XXI. Para mí son exégesis del machismo femenil en reversa mental, son las de un amor propio que si no es masoquismo se le parece. 

No se trata de ser un feminista para nada, los movimientos feministas usualmente exageran, ignoran o rechazan las diferencias psicológicas y hasta algunas diferencias fisiológicas entre el hombre y la mujer.

Menos ser un machista, ser un sexista ignorante como muchos poco hombres santurrones y puritanos que toman como valores positivos la sumisión al marido, el matrimonio, y la procreación como única forma de autorrealización; me parecen a estas alturas del tiempo, de una ridiculez ultramontana que por suerte se ve que va camino a desaparecer, para establecerse el buen sentido común y la razón, por sobre todo.

Y precisamente parte de la discriminación a la femineidad está en el ámbito religioso. En países de predominio musulmán como el antiguo régimen talibán de Afganistán ó en determinadas ramas del cristianismo como el mormonismo etc. existe machismo. Hasta en el mismo catolicismo está el ninguneo a la mujer, como por ejemplo nunca aceptar una mujer como Papa (¿se llamaría Mama?) porque Cristo fue varón. Pero no saben si Cristo fue machista, aunque en la sociedad obscurantista en la que Cristo vivió, el machismo era muy marcado.

El hombre y la mujer son seres humanos. Seres humanos libres y sobre todo de iguales capacidades, necesidades y equivocaciones, con el signo genital como diferencia pero no como función. Iguales solo hasta que la mujer se convierte en el término asombroso, ermita real y en sublime magia al traer un ser humano al mundo, valor inconmensurable que solo ella posee.

Ante esta innegable igualdad, y en lo personal en su día, que creo que esta demás,  entiendo que jamás todas las gratitudes del mundo colmaran la dicha inmensa que me dio una mujer al convertirme en padre del tesoro que más adoro en mi vida, mi hijo. Gracias a ella de todo corazón, gracias a ella siempre por esa dicha que solo una mujer puede dar.

En suma las mujeres en su totalidad me emocionan, tanto que las recuerdo hasta el suspiro. Desde este humilde blog hecho con todo cariño quiero saludar a todas las mujeres que he amado y que me han amado; que quise y que me han querido; que fueron imposibles y para las que fui imposible, que seguro no existen; a las mujeres que mentí y las que me mintieron, que seguro son muchísimas, a las mujeres que son especiales para mí y yo poco les importo, a la mujer que me dio la dicha: la madre de mi hijo y a la mujer que me dio la vida: a mi madre.

Muchas felicidades a todas en su día -que no necesitan- mujeres valiosas, estoicas y valientes, en especial mi madre. Y a mujeres del mundo también.

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